Por Emma Pérez-Romera
El sábado pasado, 23 de marzo, por la noche, tuve el honor de poder disfrutar, desde mi sofá, de un gran reportaje: Los ojos de la guerra.
Por si alguno no pudo verlo, os lo dejo en este enlace.
Me pareció una auténtica maravilla. Los grandes reporteros de guerra de este país contando sus experiencias, su trabajo y, sobre todo, sus emociones. Piel de gallina.
Escuchar a Gervasio Sánchez (@gervasanchez) contarnos cómo cura sus "heridas" volviendo a los sitios donde estuvo para, en esta ocasión, hablarnos de las víctimas, de cómo reconstruyeron sus vidas tras una guerra. O a Ramón Lobo (@ramonlobo) recordar a sus amigos caídos durante el ejercicio de la profesión (Miguel Gil, Ricardo Ortega, Julio Fuentes, Julio Anguita Parrado y José Couso).
A Hernán Zin (@hernanzin) contarnos historias del África negra, tan trágicas y humanas que hacen llorar.
A Mikel Ayestarán (@mikelayestaran) y a los periodistas multimedia @enpiedeguerra David Beriain y Sergio Caro, lo admito, desconocidos para mí hasta esa noche. Desde esa noche admirados. Por su valor, por su trabajo, por su vida dedicada a esta profesión.
A los ya retirados del medio, Arturo Pérez Reverte (@perezreverte) y Rosa María Calaf, grandes maestros y a los que da gusto seguir escuchando y leyendo.
A Olga Rodríguez (@olgarodriguezfr) y Mayte Carrasco (@maytecarrasco74), por fin dos mujeres que también han hecho y hacen reporterismo de guerra. A las que yo añado a Mónica G. Prieto (@monicagprieto), que aunque no salió su labor es fantástica y por ello está propuesta este año al premio José Couso de Libertad de Prensa.
Toda esta gente debería ser objeto de estudio en las facultades, esas grandes desfasadas a pesar de tener entre manos una profesión tan vibrante. Un ejemplo: durante mis cinco años de carrera NUNCA NADIE me habló de Don Enrique Meneses, al que tuve el gusto de conocer hace un par de años. Menos mal.
Y el domingo, la guinda al pastel: cita a tres bandas en Twitter promovida por @perezreverte, @gervasanchez y @ramonlobo. Un lujazo de conversación que tuve el honor de poder seguir y que me rellenó los depósitos de mi pasión por esta profesión.
En fin, que cerrarán periódicos, televisiones y nos seguirán poniendo en la calle. Pero el periodismo ni está muerto ni morirá. Todas estas personas son ejemplos de que si queremos, podemos. Y a ello vamos. A por todas.